Masculinidades tóxicas en el mundo del fútbol: su reflejo en las RRSS

“Nos da igual”. “No me importa con quién se meta en la cama”. “Que haga lo que quiera, no sé por qué hay tanto revuelo”. “Solo importa que jueguen bien”.

Estos fueron algunos de los mensajes que se pudieron leer en la red social Twitter cuando Josh Cavallo, Jakub Jankto o Jake Daniels, futbolistas profesionales, hicieron pública su orientación sexual. Mensajes que demuestran la importancia de seguir visibilizando esta realidad, de seguir derribando puertas y de seguir luchando contra la masculinidad tóxica y la homofobia, que campan a sus anchas por las redes sociales.

Y es cierto que, en pleno 2024, tras haber trabajado durante años para conseguir avances en materia de derechos sociales, un futbolista quizá no debería dar explicaciones sobre su orientación sexual. Pero es igualmente cierto que, tras los testimonios de estos futbolistas, una facción prominente (que no mayoritaria) de los aficionados al fútbol ha destapado sus filias y fobias, y ha demostrado que es justo en este momento cuando más trabajo didáctico hay que hacer. Porque en el terreno de los derechos sociales cuanto más se avanza, más evidencias hay de pensamientos que se quedan por el camino, pero siguen presentes en la sociedad.

1. Cómo estábamos entonces y qué ha cambiado

El 3 de mayo de 1998, el mundo del fútbol se despertó con una noticia que tendría consecuencias a largo plazo: Justin Fashanu, el primer jugador negro en valer un millón de libras, y primer jugador de fútbol en decir públicamente que era homosexual, se había suicidado. Su muerte era la respuesta a una década de los 90 marcada por la ansiedad de ser quien era, de haberlo dicho públicamente, y de convivir con la homofobia reinante en aquella época. En sus últimos meses de vida había sido acusado por un adolescente en Estados Unidos de agresión sexual, y se volvió a Gran Bretaña porque sentía que no tendría un juicio justo.

La homofobia que sufrió Fashanu antes de su muerte no solo llegó por parte de los aficionados, sino también de su entorno más cercano. En 1990, John, su hermano, le tildó de “paria”, le ofreció dinero para que no hiciera pública su orientación sexual y dijo que no compartiría una ducha de un vestuario con él si estuvieran en el mismo equipo. Por si esto fuera poco, su entrenador Brian Clough contó en su autobiografía un encontronazo que habían tenido cuando le dirigió a inicios de los 80, reconociéndolo como una “bronca” que le había echado tras escuchar rumores de que iba a “bares gays”:

– “¿A dónde vas si quieres una barra de pan?” – le pregunté.

– “Supongo que a una panadería.”

– “¿A dónde vas si quieres una pierna de cordero?”

– “A una carnicería.”

-“Entonces, ¿por qué sigues yendo a ese maldito club de maricas?”

Siete años después del fallecimiento de Fashanu, en 2005, la BBC hizo un artículo preguntándose “por qué no había futbolistas profesionales homosexuales”, después de que Djibril Cissé, jugador del Liverpool, asegurara que no iba a besar a sus compañeros tras marcar un gol por miedo a ser considerado gay. La conclusión a esa pregunta fue que el contexto para contarlo no era favorable, y que el escarnio público de Fashanu tras su anuncio posiblemente había provocado que muchos jugadores tuvieran miedo a seguir sus pasos. Por ello, en 2005 la Federación Inglesa decidió organizar la primera conferencia contra la homofobia para encontrar la forma correcta de luchar contra los insultos homófobos que se escuchaban habitualmente en las gradas, pues recientemente la policía había arrestado y multado por primera vez a un fan por cánticos homófobos.

En 2009, una encuesta en la que participaron más de 2.000 fans del fútbol en Inglaterra, dejó claro que los problemas del pasado se habían trasladado al presente. El 70% de los encuestados admitió haber escuchado insultos racistas en los estadios en los 5 años anteriores y más de la mitad creyó que las autoridades no habían hecho suficiente para frenarlo. Además, solo el 31% pensaba que había menos homofobia en las gradas en comparación a 1989, y el 69% restante pensaba que todo seguía igual.

En 2010, la Federación inglesa quiso grabar un vídeo diseñado para atacar los cánticos homófobos de las gradas. Según la BBC, no pudieron encontrar a un jugador que estuviera dispuesto a protagonizarlo, y el Telegraph apunta a que “no querían ser relacionados con la homosexualidad”. En el mismo 2010, una encuesta de la universidad de Staffordshire mostró que una gran parte de los aficionados al fútbol esperaban que en 2015 hubiera al menos un jugador en primera división abiertamente homosexual, y que esto ayudaría a mejorar la relación respecto a la homosexualidad.

En 2024 todavía no ha habido ningún jugador de la primera división en dar este paso, y la tensión de las gradas se ha trasladado a las redes sociales.

2. Machismo y homofobia en fútbol a través de las redes sociales

La homofobia, la transfobia y el machismo van de la mano, pues suelen ser sentimientos virulentos que nacen del mismo sitio: una masculinidad típicamente asociada al fútbol que considera “impura” toda forma de divergencia de la norma. Y están igual de presentes en las redes sociales. Por eso, el presente artículo abordará desde un plano interseccional tanto casos machistas como homófobos.

El primer caso para analizar son los futbolistas que se salen del canon, y dan una imagen que, para los aficionados al fútbol, no es la prototípica de un jugador. Jules Koundé, jugador del FC Barcelona, es un jugador que destaca por tener un estilismo diferente y rompedor, que difiere con lo que se suele ver en jugadores de fútbol y que muchos asocian en redes a la homosexualidad, dando a entender que el gusto y el interés por la imagen propia, típicamente asociado a la feminidad, puede denotar una determinada orientación sexual y con ella debilidad.

Lo mismo le sucede a Borja Iglesias, jugador español del Celta de Vigo, que siempre lleva las uñas pintadas y en muchas ocasiones suele ir a eventos con bolsos, y acostumbra a recibir comentarios homófobos. “Menos pintarse las uñas menos bolsito y menos mariconeo” o “querer normalizar algo que no es normal” son algunos de los comentarios que recibe Iglesias en sus publicaciones. Aunque no todos los comentarios buscan atacar y hacer daño, ya que también se encuentran comentarios de madres que enfatizan el carácter ejemplificante y le agradecen que su hijo tenga la confianza suficiente para llevar las uñas pintadas en el colegio o en el fútbol.

Rubén García, jugador de Osasuna, es otro futbolista que, por defender al colectivo LGTBI, ha recibido el odio de las redes. Ya sea por posar con la bandera arcoíris o por pintarse las uñas de morado en el día de la mujer, le han llegado comentarios muy duros, como: «Eres un maricón y una vergüenza para el fútbol profesional, a ver si consigues atención por tu rendimiento en el campo y no por estas mariconadas».

Pero no solo eres “un maricón” y “una vergüenza” para el fan promedio si apoyas al colectivo. Hay veces en que simplemente tener una buena relación con un compañero de equipo, o una simple foto, puede desencadenar una reacción desproporcionada en forma de homofobia. Lo que les ocurrió a dos jugadores del Liverpool cuando el club publicó una foto de la cafetería del centro de entrenamiento, y los dos futbolistas estaban sentados en dos taburetes con las piernas entrelazadas, apoyadas en el taburete del otro. “Nunca vamos a superar las acusaciones”, “Más gay que ser gay” o “Dominik (uno de ellos) siempre está en la escena del crimen”, llegando a equiparar incluso la homosexualidad con un delito.

Más grave aún fue lo que pasó en 2020 con dos jugadores del Arsenal, cuando salió el rumor de que ambos habían mantenido relaciones sexuales entre sí en las instalaciones del club. Una mentira que provoca que, todavía a día de hoy, se les insulte con términos homófobos en redes, y que hizo que Martin Odegaard, uno de los involucrados, tuviera que cerrar su cuenta de Twitter.

La homofobia se puede volver rápidamente en transfobia, tal y como decíamos en un principio, ya que son sentimientos virulentos provocados por una misma causa. Y también hay casos de transfobia en relación con el mundo del fútbol. Algo que sufrió, y sufre, Kylian Mbappé, jugador del Real Madrid y una de las estrellas más grandes del mundo, desde que salió con la modelo francesa trans Inés Rau. Los comentarios desde que surgieron los primeros rumores no tardaron en aparecer. “Entonces Mbappé juega con Messi de día y el Bicho (apodo de Cristiano Ronaldo) de noche”, “A Mbappé también le hacen goles” o “Si Mbappé es gay, no pasa nada”.

Para acabar hay que comentar un caso más crudo y directo, y que se aleja del fútbol de élite, como es el de Alberto Lejárraga, portero del Marbella FC. En abril de 2023, con el ascenso de su equipo, decidió subir una foto celebrando el éxito deportivo con sus seres queridos. Entre esas fotos, había una foto en la que le daba un beso a su novio, y de esta forma hizo pública su homosexualidad. La gran mayoría de los comentarios eran positivos. “La mejor parada es la de los tabúes” o “Gracias por ser valiente y no esconderte” eran algunos de los mensajes que le hicieron llegar usuarios de la red social X, anteriormente conocida como Twitter. Aun con todo, y a pesar de estar muy agradecido por la reacción de la gente, en mayo de este año admitió que sigue teniendo miedo de lo que pueda pasar un día en una grada o en un vestuario, pues tal y como dijo “si eres homosexual, o no eres heterosexual, se te considera más débil”.

3. Conclusiones

El odio en el mundo del fútbol, típicamente asociado a masculinidades pasadas y alejado del mundo diverso en el que vivimos, encuentra su máximo exponente al unirse con el anonimato que proporcionan las redes sociales. La realidad, al fin y al cabo, es que pese a todos los avances que se hacen día a día, sigue siendo importante que figuras como Alberto Lejárraga, que son referentes para las generaciones venideras, den un paso adelante y muestren un mundo del fútbol que es en realidad tan diverso como el resto de la sociedad. Pero mientras una parte del mundo del fútbol siga considerando que el deporte no es un lugar para homosexuales, y que no hay problema en atacar a través de las redes sociales a todo aquel que se muestre o sienta diferente, este trabajo de visibilización seguirá costando demasiado caro.

Y aunque no exista una fórmula perfecta y única para conseguir eliminar el estigma a la homosexualidad o la feminidad, sí se puede seguir educando a las nuevas generaciones para que no pervivan los prejuicios del pasado y el mundo del fútbol sea, cada vez más, un lugar abierto a la diversidad, a la normalidad y a la tolerancia. A través de campañas en instituciones didácticas, en los campos de fútbol, en los propios medios de comunicación y en las redes sociales. En los lugares donde comienza el odio, y en los lugares donde desemboca.

Autor: Andrés Weiss Sánchez, Graduado en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela con máster en periodismo deportivo por la Universidad de Villanueva y varios años de experiencia profesional en periodismo deportivo en medios como La Media Inglesa o DAZN.